domingo, 27 de enero de 2008

La madre "más mala" del mundo.



Quisiera desde estas líneas romper una lanza en favor de las madres, esas personas tremendamente incomprendidas y abnegadas, que dan mucho esperando poco. Vaya por ellas esta reflexión.
La madre más mala del mundo.
Yo tuve la madre más mala del mundo, mientras otros niños no tenían que desayunar, yo tenía que comer cereales, huevos y pan tostado. Cuando los demás tomaban refrescos y dulces para el almuerzo, yo tenía que comer un bocadillo y un batido. Mi madre siempre insistía en saber donde estábamos, también tenía que saber quienes eran nuestros amigos y lo que estábamos haciendo, insistía en que si decíamos que íbamos a tardar una hora, solamente tardásemos una hora, me da vergüenza admitirlo, pero hasta tuvo el descaro de romper las leyes contra el trabajo de menores, hizo que laváramos platos, que aprendiéramos a cocinar, planchar y muchas cosas más igualmente crueles. Hasta creo que se quedaba despierta en la cama por las noches pensando en las cosas que podría obligarnos a hacer. Siempre insistía en que dijéramos la verdad, y cuando llegamos a la adolescencia nuestra vida se volvió aún más miserable; nadie podía llamarnos con el claxon del vehículo, para que saliéramos de casa, nos avergonzaba hasta el extremo obligando a nuestros amigos a llegar hasta la puerta para preguntar por nosotros.
Mi madre fue un completo fracaso, ninguno de nosotros ha estado nunca parado, cada uno de mis hermanos ha servido en una profesión y, ¿a quien debemos culpar?, tienes razón...a nuestra madre. Observar todo lo que nos hemos perdido, nunca hemos podido participar en ninguna manifestación, en actos violentos, y miles de cosas más que hicieron nuestros amigos. Ello nos hizo convertirnos en adultos, educados y honestos, trabajadores, responsables y, ¿sabéis algo?, tomando esa referencia, yo estoy tratándo de educar a mis hijos de la misma manera, le doy gracias a Dios, por haberme dado, la madre más mala del mundo.

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