jueves, 10 de enero de 2008

Buscándome



Meditando en estas cosas de la vida, he querido descifrar mis sentimientos y descubrir que es lo que busco, que es lo que quiero y, sobre todo, que es lo que me sirve, porque creo que todos mis semejantes también buscan en lo enigmatico de la vida algo que les de respuesta a eso que ni los pensamientos, ni los sentimientos les han dado.
He subido a las montañas y he andado por las llanuras, he leído en las historias las hazañas de los líderes, he conocido la amargura de los más desaventurados y, al fin, me he convencido de que nadie me daría la respuesta que mi conciencia necesita.
Fué así que decidí sentarme al pie de un arroyo cristalino y puro a verlo deslizarse, produciendo su natural arrullo.
Dentro de esas aguas se movían cientos de pececillos que, sin razonar en nada, allí se alimentaban y yo me dije: ¿Porqué seré yo así como soy, tan razonativo, tan pesimista y sobre todo con tan poca fe?.
Decidí lanzarme a las aguas y nadar con los peces.
Bebí y bebí tanto de ellas hasta que sacié mi sed; luego salí de allí y emprendí mi viaje a la montaña por un camino rocoso y dificil, intentándo llegar hasta la cumbre y desde allí divisar las llanuras y también elevarme hacia el espacio como las aves voladoras y contarle a todo el que encontraba que si bebían de las aguas puras de ese río, calmarían su sed para siempre y podrían emprender el viaje a la conquista de las alturas; compartir el vuelo de las aves; extasiarse con el perfume de los campos y presenciar el amanecer de un nuevo día.
En ese viaje largo y sin regreso, hablar frente a frente con la tierra, con las aguas, con el aire y con el fuego y decirles que de ellos soy parte.
Mi reflexión es que:
"El hombre sabio debe ser libre para poder guiarse por su voz interna de la conciencia, para poder llegar a encontrar el origen de lo que ha sido, de lo que es y, de lo que aspira ser..."

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