lunes, 29 de diciembre de 2008

Esas propinas

De toda la vida uno aprendió que la propina es, sobre todo, un símbolo de agradecimiento por un trabajo bien hecho. Teniendo en cuenta semejante afirmación he echado cuentas y resulta que, a pesar de tener que tratar cada día con un montón de gente, jamás de los jamases me han dado una sola propina... por lo que he llegado conclusión de que nunca, nadie, ha quedado satisfecho con mis servicios laborales.
Lo de las propinas, como todo, tiene su historia. La cosa empezó en la antigua Roma cuando se recompensaba con una copa de vino a todos los que acudían a una asamblea. Por eso, la palabra propina viene del verbo “propinare” que, ni más ni menos, significa “invitar a beber”, agasajo que con el tiempo se sustituyó por dinero.
Más curiosa, y mucho más práctica, es la versión inglesa de propina: “tip”, palabra que deriva de un cartel que les dio por poner a algunos comerciantes sobre las cajas registradoras en los que se podía leer “to insure promptness”, y que significaba algo así como “para asegurar rapidez”, indicando a los viajeros que una moneda de más les aseguraría una atención inmediata.
Dicho lo cual he decidido pasar a la acción.
Estoy pensándome seriamente poner un cartelito bien grande a la entrada que diga algo así como “se admiten tips”, (mucho más elegante y discreto que el “se admiten propinas”). Sabiendo la afición que tienen la mayoría de los que por aquí pasan por ser los primeros en ser atendidos seguro que me saco un sueldecito extra. Buena falta me hace... por la crisis y eso.
Frase: "El dinero lo inventó el diablo, por eso no conviene pregonarlo” (Proverbio egipcio)

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Conformidad


Lutero, al que -como él mismo cuenta- su madre azotaba hasta hacerle sangrar por haber comido una nuez sin permiso, fue también el pionero en llevar una estadística sobre la frecuencia de las relaciones sexuales. Él, metódico a más no poder, tenía un diario en el que apuntaba lo "importante" que le pasaba cada día. Así, cuando se caso a los 42 años con una monja de 26, no se le ocurrió otra cosa que apuntar en la libretita todas y cada una de las veces que tenía relaciones sexuales con su santa esposa: 104 durante el primer año.

Hay que reconocer que Lutero iba un poco justo en el asunto, más teniendo en cuenta que las notas correspondían a su primer año (época en la que, digo yo, que si llevas 42 años esperando tienes que coger aquello con más ímpetu), y sobre todo si nos fiamos (que a lo mejor es mucho fiarse) de los estudios de los fabricantes de preservativos que sitúan la media mundial en 127; Hungría a la cabeza con 152, Malasia y Suecia a la cola con 103.
Claro, que esto no hace sino volver a dejar por gran sabio a Albert Einstein cuando se le ocurrió aquella perogrullada del todo es relativo. A ver, ¿qué son 127 veces (o incluso -poniéndonos en plan fantasma- 200) al año cuando cualquier león es capaz de copular hasta 80 veces al día? ¿Y qué son esas 80 veces al día del león cuando un hámster puede hacerlo 65 veces en una hora? ¿Y qué son las 65 veces por hora de los hámsteres cuando sus primos hermanos, los jerbillos (unos simpáticos ratones del desierto mejicano), lo hacen 224 veces en el mismo tiempo...?

Pues eso, que todo es relativo. Así que nada de preocuparse y a pensar en lo básico: lo verdaderamente importante es la calidad. Y el que no se conforma es porque no quiere. Hasta el lunes.
Frase: "La única razón para que el tiempo exista es para que no ocurra todo a la vez." (Albert Einstein, 1879-1955; físico estadounidense)

viernes, 19 de diciembre de 2008

Cuidado a la hora de....

Lleva ya unos años siendo superventas en varios países del mundo y parece que en el 2008 tampoco se quedará atrás. Es el rapex, un dispositivo dentado en forma de tampón destinado a ser introducido en la vagina, que está siendo el regalo estrella de estas navidades. El aparatito en cuestión, fabricado en Sudáfrica, está dotado de unos dientes similares a los de un tiburón que se agarran al pene de quien intente forzar una relación sexual. Sólo puede ser quitado por un médico utilizando cirugía.
La intención no puede ser mejor: evitar abusos y violaciones a las mujeres y, además, poder detener fácilmente al agresor.
Sin embargo, sabiendo lo despistados que solemos ser las personas humanas para ciertas cosas y, sobre todo, teniendo en cuenta el pequeño detalle que acompaña a sus instrucciones: “uno se lo pone y gracias a su extraordinaria comodidad se olvidará completamente de que lo lleva"... qué queréis que os diga, yo miraría varias veces antes de. Y a partir de ya.
Frase: "La persona que no tiene secretos para su pareja, una de dos, o no tiene pareja o no tiene secretos. Y en ninguno de los dos casos me parece una persona envidiable” (Maurice Chevalier, 1888–1972; cantante francés)

viernes, 12 de diciembre de 2008

Quiero ser famoso

Ya lo tengo claro: de mayor quiero ser famoso. Pero famoso de los de verdad, de los de ahora, de los que nunca han hecho nada en su vida; no bailan, no cantan, no han descubierto una mísera vacuna contra la malaria... ni tan siquiera han hecho de figurantes luciendo musculitos en una película del Almodóvar. Simplemente son famosos por haber salido una noche con la hermana de una prima que conocía a una camarera que durante tres días fue presunta amante de un hijo de la Duquesa de Alba. Por ejemplo. Y a partir de ahí van a la tele, viajan mucho, les piden autógrafos y hasta les pagan unos cuantos euros por ir a algún desfile de ropa del Carrefour. Un chollo.

¿Nadie por aquí para darme un empujoncito? Me adapto a lo que sea. Eso sí, rapidito, que se me está pasando el arroz.

Frase: “Lo malo de la primera cana es que los demás pelos se contagian". (Ramón Gómez de la Serna, 1888-1963; escritor español)

Quiero ser famoso

Ya lo tengo claro: de mayor quiero ser famoso. Pero famoso de los de verdad, de los de ahora, de los que nunca han hecho nada en su vida; no bailan, no cantan, no han descubierto una mísera vacuna contra la malaria... ni tan siquiera han hecho de figurantes luciendo musculitos en una película del Almodóvar. Simplemente son famosos por haber salido una noche con la hermana de una prima que conocía a una camarera que durante tres días fue presunta amante de un hijo de la Duquesa de Alba. Por ejemplo. Y a partir de ahí van a la tele, viajan mucho, les piden autógrafos y hasta les pagan unos cuantos euros por ir a algún desfile de ropa del Carrefour. Un chollo.

¿Nadie por aquí para darme un empujoncito? Me adapto a lo que sea. Eso sí, rapidito, que se me está pasando el arroz.

Frase: “Lo malo de la primera cana es que los demás pelos se contagian". (Ramón Gómez de la Serna, 1888-1963; escritor español)

sábado, 6 de diciembre de 2008

Maravillosa siesta


Después de comer nos entra sueño. La culpa la tiene la digestión, un proceso en el que se consume el diez por ciento de las reservas energéticas diarias.
El aparato digestivo necesita consumir energía para masticar los alimentos, llevarlos al estómago, degradarlos con ácido y volcar la papilla resultante en los intestinos, donde avanzará lentamente hacía el ano mientras los nutrientes atraviesan las paredes intestinales hasta pasar al torrente sanguíneo. Para completar la tarea, el cuerpo ordena un aporte extra de sangre a los intestinos, lo que provoca un pequeño desabastecimiento del cerebro y la somnolencia tras la comida.
Recientes investigaciones en cronobiología han confirmado que durante las horas que dura la digestión se produce una ligera bajada de temperatura corporal que propicia la sensación de sueño.

Seamos serios, o dejamos de comer o dejamos de trabajar por la tarde. Se trata de elegir. Ambas cosas son científicamente incompatibles.
Frase: "Comida sin siesta, campana sin badajo". (Refrán español)

Maravillosa siesta


Después de comer nos entra sueño. La culpa la tiene la digestión, un proceso en el que se consume el diez por ciento de las reservas energéticas diarias.
El aparato digestivo necesita consumir energía para masticar los alimentos, llevarlos al estómago, degradarlos con ácido y volcar la papilla resultante en los intestinos, donde avanzará lentamente hacía el ano mientras los nutrientes atraviesan las paredes intestinales hasta pasar al torrente sanguíneo. Para completar la tarea, el cuerpo ordena un aporte extra de sangre a los intestinos, lo que provoca un pequeño desabastecimiento del cerebro y la somnolencia tras la comida.
Recientes investigaciones en cronobiología han confirmado que durante las horas que dura la digestión se produce una ligera bajada de temperatura corporal que propicia la sensación de sueño.

Seamos serios, o dejamos de comer o dejamos de trabajar por la tarde. Se trata de elegir. Ambas cosas son científicamente incompatibles.
Frase: "Comida sin siesta, campana sin badajo". (Refrán español)

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Y vuelve a llegar la Navidad...

Basta echar un vistazo estos días (y los que nos quedan) por el centro de cualquier ciudad para darse cuenta que la Navidad es una locura colectiva. Y no lo digo en plan metafórico: cada vez estoy más convencido de que, llegando diciembre, se nos sueltan unos cuantos cables dentro de la mollera y necesitamos urgentemente alguien que nos arregle el desbarajuste.

Observando el hormiguero de gente entrando y saliendo de las tiendas, da la sensación de que son muchos los que tienen como mascota a una gallina que les pone huevos de oro cada noche; el panorama de gente transportando paquetes y bolsas es lo más parecido a esas imágenes de los telediarios en que la población hace acopio de víveres para afrontar el paso de un huracán; paseando por cualquier calle comercial uno tienen la impresión de estar viviendo en una de esas monarquías petrolíferas donde todos están forrados y ya no saben en qué gastarse el dinero. Hacer regalos con moderación (y criterio) es agradable; pero llevado a los extremos grotescos en que lo estamos haciendo empieza a dar un poco de dentera.

Además, en Navidad, sucede otra cosa que me tiene desconcertado, y no me estoy refiriendo a la clonación en cada esquina de un Santa Claus (alguien debería explicar que no es él quien nace cada Navidad) sino por lo extraño que se vuelve el personal en esta época. Gente que en otro momento del año se harían los miopes o los distraídos para no saludarte, que no pararían ni para recogerte de la cuneta nevada de una carretera secundaria (aunque estuviera anocheciendo y se escuchara, de fondo, el aullido de los lobos), ahora te da dos besos y te desea prosperidad y felicidad. Tengo un amigo que mantiene la teoría de que todas esas criaturas súbita y aterradoramente simpáticas han salido de la ornamentación callejera con la que todos los ayuntamientos se empeñan en obsequiarnos llegadas estas fechas. Dice que el día que vea la película “La invasión de los ladrones de ultracuerpos” sabré con exactitud a que se refiere.