miércoles, 30 de abril de 2008

Gemelos no tan gemelos.


Después de largas conversaciones a cara de perro, donde el bueno: yo, suplicaba humildemente que me fuera concedido el "puente", y el malo; el jefe, no se movía lo más mínimo de su postura inicial, esa tan de "víctima" y que tanto le gusta de "haz lo que te de la gana... total, lo haces siempre", parece que se ha impuesto la cordura y el sentido común.
El malo: el jefe, sigue en sus trece, pero el bueno: yo, como siempre, he tenido que ceder para, haciendo caso al pie de la letra de sus ordenes, ponerme manos a la obra y "hacer lo que me de la gana"
Que conste que tenía preparado un plan "B", por si acaso; Había yo pensado dejar sentado en mi silla un muñeco "hinchable" que hiciera bulto y me cubriera las espaldas.
El caso es que no me acababa de convencer mucho la idea, a primera vista, al menos en cuanto a actividad y tal, sería difícil que alguien nos pudiera distinguir, pero con tantos adelantos como hay ahora, cualquier prueba aplicada sobre mi sustituto hubiera puesto en evidencia que no era yo.
Es lo malo que tiene la tecnología, que hay quien la usa solo para fastidiar, y es que ya ni teniendo un hermano gemelo, puede uno ponerse de acuerdo para "cambiarse", que resulta que, aunque se parezcan como dos gotas de agua, si algún aspirante al C.S.I. le diera por comprobar las huellas dactilares se caerían con todo el equipo.
Y es que en los gemelos, por muy idénticos que sean al proceder de un mismo óvulo fecundado que se dividió en las primeras etapas del desarrollo embrionario, sus huellas digitales, los "dermatoglifos", no coinciden.
En su diseño juegan también un papel muy importante los factores ambientales, además la diferente posición de los gemelos en el seno materno, a pesar de su evidente proximidad, hace que cada feto se someta a diferentes interacciones uterinas que van a hacer que el dibujo de la huella sea único, personal e intransferible.
Vamos, que los gemelos iguales no son tan iguales.

Frase: ¿Estás hecho un asco por la mañana?... entonces, levántate al mediodía. (Javier M. , 4... y pocos años, hijo único, rico, -por parte de padre- ).

miércoles, 23 de abril de 2008

La tirita


Ya sé que normalmente es al revés: en cuestiones domésticas (como en la mayoría de las cuestiones) el patoso suele ser el hombre, mientras la mujer -mucho más desenvuelta- es la que acaba sacándole las castañas del fuego.
Pero, ¿qué podría pasar cuando la patosa es ella -que alguna hay- y la cabeza pensante de la pareja es él -que alguno hay- ?
Pues que acaban inventando la tirita.
El norteamericano Earle Dickson, poco después de casarse en 1917, se dio cuenta de que su esposa se cortaba constantemente mientras cocinaba, y pensó que los vendajes tradicionales suponían un engorro para seguir realizando las tareas del hogar. Para solventar el problema, fijó pequeñas gasas esterilizadas en el centro de tiras adhesivas y enrolló unas cuantas de manera que sólo pegaban por un lado.
Tras patentar el invento, convenció a los directivos de Johnson & Johnson, donde él trabajaba, para que lo fabricaran y comercializaran. Su introducción en el mercado no tuvo éxito hasta que se empezó a distribuir gratuitamente a las tropas de los Boy Scouts.
Pero esa es otra historia que poco tiene que ver con la cantidad de utilidades -a cual más práctica- de un invento que nació de la casualidad y, sobre todo, de la torpeza femenina. Que se lo pregunten a la (muy agraciada) protagonista del anuncio de arriba.

sábado, 19 de abril de 2008

Autoestima


La autoestima es el sentimiento que un individuo tiene de ser valioso y de merecer la estima de otros.
Este sentimiento se va formando y transformando a lo largo de la vida y uno de los factores principales que lo forman, quizá el más importante, es la percepción que uno mismo tiene de como lo ven los otros.
Está claro que no siempre podemos elegir las circunstancias adecuadas para ser felices, pero estoy convencido de que sólo depende de nosotros vivir esas circunstancias de la mejor manera posible.
A lo práctico: no pasa nada por meter la pata, que pocas cosas en esta vida, por graves que sean, que seguro que lo son, merecen la pena que nos las tomemos a la tremenda.
Aunque sea en plan egoísta hay que pensar que, cuando vienen mal dadas y ya que vamos a pasarlo mal, cuanto menos mal lo pasemos...pues mejor. Que, como decía uno de mis profesores, (¡dónde estará el pobre hombre si cuando me daba clase a mi ya era viejo!), "hasta el mejor escribano echa un borrón y luego acaba siendo un genio".
Y siempre recordaba lo del Leonardo Da Vinci, más famoso imposible, que se pasó media vida, entre otras cosas, diseccionando cadáveres para dibujarlos, manteniendo siempre que en todo hombre, el pene estaba conectado a los pulmones, que eran los que insuflaban el "aliento" necesario para la erección.
Bueno pues sin aspirar a pasar a la posteridad ni nada de eso aquí estoy yo, y si genios como él Leonardo metieron la pata de esa manera, digo yo que tampoco tendrá tanta importancia lo "mío", lavando una camiseta nueva y roja, muy roja, con las sábanas blancas... bueno, ya rosas, ¿no?
Pues por más que se lo estoy explicando a mi mujer desde ayer... no lo entiende...
Señor, señor, !cuanta incomprensión tenemos que soportar los genios antes de que se nos reconozcan nuestra valía! (a pesar de algún "fallito" que otro).

Y es que a autoestima no me gana ni el Leonardo.

sábado, 12 de abril de 2008

Ocaso de una relación.


Si existe una situación incomoda por la que casi todos hemos pasado alguna que otra vez, esa es la de estar en medio de una pareja que se rompe.

Como resulta que muy pocas veces, una relación entre dos personas termina de una manera medianamente civilizada, te acabas encontrando en la obligación de hacer verdaderos encajes de bolillos para poder mantener la amistad con los dos miembros de la, ya, ex-pareja, y que ninguno de los dos te "acuse" de "traidor" por querer seguir siendo amigo, también, de su ex.

Al final todo se reduce a la falta de previsión, se juntan llevándose por la pasión y sin usar métodos científicos que les digan si van a ser o no compatibles, y pasa lo que pasa.

Métodos que, por otra parte se han usado en toda la historia de la humanidad. En China, por el año 3.000 a.C., ya existían oráculos para determinar la idoneidad de las parejas. Se solía hacer escribiendo los nombres de cada uno de los novios y sus deseos para el futuro, en el caparazón de una tortuga. Luego, éste -“el caparazón”-, se calentaba hasta que el hueso se rompía. Las grietas así formadas se leían como las rayas de la mano.

Y si uno es aficionado a las nuevas tecnologías, y cree que eso de las tortugas está anticuado, pues nada, que tome ejemplo de la primera pareja que en el mundo fue "arrejuntada" por un ordenador, la de Shirley Sanders y Robert Karede, de 26 años los dos, que poco después de conocerse "informáticamente hablando", se casaron en Hollywood en 1958 y van camino de sus bodas de oro.

Mientras la gente no se conciencie y entienda que estas cosas tienen su "sistema", los demás tendremos fines de semana como este que empieza hoy, en el que no quedará más remedio que desplegar toda la diplomacia del mundo para intentar quedar bien con los dos... Misión Imposible III.

Eso sí, se admiten consejos, que siempre vienen bien. Hasta pronto.

viernes, 11 de abril de 2008

Cárcel o Trabajo ( Tú eliges )


Hasta ahora la mejor definición de "trabajo" la había encontrado yo en aquella canción de Raphael que decía algo así como "trabajar sin tregua y sin fin es lo mismo que una condena que ninguno puede eludir.."
Pero ya ni eso. Me ha llegado un correo electrónico explicando, de una manera lógica y sensata, lo evidente: estar en el trabajo es peor que estar en una cárcel.
En la cárcel dispones de una celda de tres por tres metros. En el trabajo apenas tienes una mesa de la que no puedes moverte. Estira un poco los pies y acabarán en la boca de alguno.
En la cárcel la celda dispones de una ventana pequeña al exterior por donde entra luz y ventilación natural. En el trabajo en cuanto se apaga el fluorescente te quedas a oscuras. Aunque sean las doce de la mañana.
En la cárcel te dan tres comidas al día. En el trabajo apenas tienes media hora para comer, pagas por ella y suele ser bastante peor que la de la cualquier prisión.
En la cárcel nadie se molesta porque fumes. En el trabajo, aparte de ser considerado un inadaptado social, te acaban descontando el tiempo que pierdas en fumar y tienes que irte en el mejor de los casos, a tres manzanas más allá.
En la cárcel las penas se acortan por buen comportamiento. En el trabajo si te comportas bien te acaban "premiando" con más trabajo.
En la cárcel nadie te molesta porque veas la televisión, escuches música o leas un libro. En el trabajo si te descubren haciendo alguna de esas cosas puedes acabar en la calle.
En la cárcel tienes tu propio retrete o, como mucho, lo compartes con una o dos personas más. En el trabajo tienes que compartirlo con todo el mundo, incluidos aquellos que no se lavan las manos después de mear y se las limpian en el picaporte de la puerta que tu tienes que tocar después si quieres abrirla.
En la cárcel permiten que tu familia y amigos te visiten. En el trabajo tendrás que hablar con ellos por teléfono a escondidas. Y eso si tienes suerte.
En la cárcel tienes derecho a los correspondientes "vis a vis" sin que nadie pueda, durante ellos, molestarte. Sin ir más lejos, la señora Pantoja hacía uso del que le correspondía a su novio, el señor Muñoz y no hay, a pesar de la cantidad de periodistas que la vigilan, ni una imagen íntima. En el trabajo... inténtalo, inténtalo.. y verás el "público" que se amontona a mirar. Y poco faltará si la foto de tu culo no acaba como logotipo de la empresa.
En la cárcel los gastos que haces los pagan los contribuyentes. En el trabajo tienes que pagar todos los gastos que te cause el ir y además te deducen impuestos con los que pagan los gastos de los encarcelados.
En la cárcel, los carceleros suelen ser funcionarios más o menos amables que saben que si no te tratan con corrección pueden acabar formándoles un expediente. En el trabajo los jefes son.... los jefes ( sin comentarios ).
En la cárcel pasas el tiempo mirando a través de los barrotes pero sabiendo el tiempo que te queda para salir de allí. En el trabajo te pasas el tiempo mirando el reloj pero nunca sabrás cuanto te puede faltar para poder salir de allí.

Cargadito de razón. Oiga, cargadito de razón.

sábado, 5 de abril de 2008

Antes de ser mamá.



Este comentario quisiera dedicárselo a la mujer de un compañero de trabajo, que para no identificarlo ante miradas oscuras, lo identificaré con un número, lo llamaré (5), aunque él sabrá enseguida a quien se refiere el mismo. De todas formas mi más grato abrazo y mis felicitaciones a esa mujer, y como nó, a mi compañero.
Antes de ser madre, yo comía mi comida caliente, mi ropa lucía planchada y limpia todo el día, podía sostener largas y tranquilas conversaciones telefónicas. Antes de ser madre, me acostaba tarde, tan tarde como quería y jamás me preocupaban los desvelos. Cepillaba y cuidaba mi pelo, lucía una larga y hermosa cabellera. Mi casa estaba limpia y en orden, no tenía que saltar sobre juguetes olvidados por toda la estancia. Antes de ser madre, no me preocupaba de si alguna de mis plantas era venenosa, ni pensaba en lo peligroso de las escaleras, o las esquinas de mis muebles. No pasaba mi tiempo en consultas mensuales con el médico, ni consideraba siquiera la palabra vacuna. Antes de ser madre, no tenía que limpiar la comida del suelo, ni las huellas de pequeños deditos marcados en los cristales; dormía todas las noches, los fines de semana eran totalmente relajados. Antes de ser madre, me entristecían los gritos de los niños en la consulta médica, no tuve jamás que detener las lágrimas en mis ojos, al ver una piernecita que había sido inyectada. Antes de ser madre, yo nunca sentí un nudo en la garganta, al mirar a través de unos ojos llorosos y una carita sucia; no conocía la felicidad total con sólo recibir una mirada, no pasaba horas mirando la inocencia de dormir en una cuna. Antes de ser madre, nunca sentí que mi corazón se rompiera en un millón de pedazos, al no poder calmar el dolor de un niño, nunca supe que algo tan pequeño podía afectar tanto a mi mundo. Antes de ser madre, yo no sabía el sentimiento que provoca el tener mi corazón fuera de mi cuerpo, yo no sabía que tan especial me sentía al alimentar a un bebé hambriento, ni sabía de esa cercanía inmensa entre una madre y su hijo. Antes de ser madre, no imaginaba tanta calidez, tanta dulzura, tanto amor, no imaginaba lo grande y maravilloso que sería; no imaginaba la satisfacción de ser madre, no sabía que yo era capaz de querer tanto. Y hoy no imagino mi vida, sin esa pequeña sonrisa pícara y traviesa, sin esa huella de chocolate en la pared, sin ese olor a pureza, sin escuchar de unos pequeños labios, esa palabra breve e inmensa a la vez, - “ Mamá “.