jueves, 27 de noviembre de 2008

Cuestión de educación.


Cuentan las crónicas que un verdugo de la Revolución Francesa pedía a sus condenados que, si seguían conscientes (y es de suponer que algo doloridos) una vez decapitados, le hicieran el favor de, en caso de poder, parpadearle.
Y cuentan las crónicas que fueron varias las cabezas que parpadearon durante unos 30 segundos.

De lo que se puede sacar dos incuestionables conclusiones: que debe doler lo suyo que te corten la cabeza (aunque sean sólo unos cuantos segundos), y lo que es más importante: que hasta en las peores situaciones hay gente amable a la que no le importa echarte una mano... sobre todo si les pides las cosas por favor. No deberíamos perder la fe en la humanidad. Nunca.
Frase: "Los hombres se equivocan más a menudo por ser demasiados listos, que por ser demasiado buenos." (George Bernard Shaw, 1856-1950 escritor irlandés)

martes, 25 de noviembre de 2008

Apariencia e Imagen


"Para lograr el éxito, mantenga un aspecto bronceado, viva en un edificio elegante - aunque sea en el sótano -, déjese ver en los restaurantes de moda - aunque sólo se tome una copa - y, si pide prestado, pida mucho" (Aristóteles Onassis, 1906- 1975, armador griego)
Una consultora española probó hace algún tiempo a enviar currículos de las mismas personas. En unos la foto llevaba pelo y en otros se presentaba la misma foto del mismo aspirante pero retocada para dejarlos calvos. El resultado fue demoledor...
Por supuesto ninguna reconoció que el pelo tuviera algo que ver, pero las "manías" que tienen algunos mandamases, gobernantes de turno o las simples "fuerzas vivas de la localidad", empeñados en que hay que llevar el pelo (el de la cabeza y el de otras partes) como a ellos les de la gana es algo universal.

Y en la mayoría de los casos, vistas las consecuencias, más vale hacer caso.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Queridos y divinos cementerios

Ya lo he comentado alguna que otra vez: haber tenido alguna novia adolescente -del que uno estuvo enamorado eternamente durante casi una semana- era hija de un marmolista lapidero que se llevaba el trabajo a casa, no tiene nada de particular que siempre vea con cierta simpatía todo lo relacionado con esos bloques de apartamentos apaisados, tan adornaditos de cipreses ellos, llamados cementerios.
Y más en estos días.
Valga la anterior introducción para justificarme por haber vuelto a encontrar -y a releer- un artículo, entre burlón y divertido, sobre curiosos epitafios capaces de resumir toda una vida en una frase. Como la de aquel individuo que jamás había estado enfermo y un día que se sintió mal, su familia insistió en llamar al médico y a pesar de negarse con todas sus fuerzas, acabó tomándose la medicina. El epitafio de su tumba lo dice todo: "Fallecido por voluntad de Dios y de un médico imbecil".
Algunos son tan amables que hasta explican cual fue la involuntaria causa que le llevó a ocupar su sitio: "Buen esposo, buen padre, pero mal electricista"
Anotaciones sepulcrales que hablan perfectamente del carácter de la familia del forzoso inquilino, como aquella en la que se puede leer en el costado de una lápida del cementerio de Barcelona "Este sepulcro lo pagó su hijo Paco".
O aquel otro de una señora que no quiso renunciar a lo que tanto le había costado y que hizo inscribir a su muerte: "Aquí yace Mercedes que murió tres días antes de ser Marquesa".
Agitadores y contestatarios hasta el final, como aquel que se rebeló en su última despedida escribiendo de epitafio una pregunta a la que nunca nadie le va a contestar: "¿Qué tenía Lázaro que no tenga yo?"
Los hay poéticos, llenos de amor, repletos de melancolía, y hasta con un extraño e inquietante sentido del humor que demuestra cómo hasta en las situaciones más difíciles, hay quien no pierde la guasa: "Aquí reposa Margarita, que falleció a los diez meses de edad. ¡Qué pronto empezaste a darnos disgustos!"
Por cierto, ya que estamos metidos en el tema de epitafios y lápidas por aquello de ser víspera de la fiesta de los muertos y tal, un momento (coñazo) petete para acabar: el origen de la palabra "cadaver" se remonta a la época romana donde existía una losa sepulcral que llevaba la inscripción: "caro data vermibus" (carne entregada a los gusanos). Con el tiempo y la erosión, algunas letras se fueron borrando hasta que sólo se pudo leer: ca.. da.. ver.. y así se quedó.
Frase: "Con amor de todos tus hijos, menos de Ricardo que no dio nada" (Epitafio en una lápida del cementerio de Salamanca)

martes, 11 de noviembre de 2008

Refranero español

Todos sabemos lo útiles que resultan los refranes para el buen orden de la existencia humana. El origen de la mayoría de ellos suele estar relacionado con la actualidad de la época en la que se crearon. De la Edad Media, por ejemplo, son muchos de los que tratan sobre la comida. Al fin y al cabo, la comida era de las pocas cosas divertidas que se podía hacer en aquella época y, por lo tanto, un tema habitual de conversación. Por aquel tiempo la gente comía una barbaridad (los pocos que comían) y de entonces son los refranes empeñados en predicar la moderación en el comer.
Repetían, por ejemplo: “come poco y cena más, duerme en alto y vivirás” que aparte de resaltar lo inconveniente que resulta dormir en el suelo, dejaba bien claro que había que comer poco y cenar mucho; el dócil medieval obraba en consecuencia. Otro refrán advertía: “de grandes cenas están las sepulturas llenas”, y el dócil tragón cenaba muy ligeramente pero comía muchísimo.
Pero sabiendo ellos, como sabemos todos, que los refranes son el fruto de la sabiduría popular, la mayoría pensaban que ambos refranes, el que recomendaba comer en abundancia y el que aconsejaba cenar mucho, tenían seguramente razón. Además, cuando moría de un hartazgo, atormentado por la gota y estrujado por la arteriosclerosis, nadie sabía si realmente había muerto por comer o por cenar.
Lo que no acabo de entender es como a nadie le surgió la duda de lo inconsistente que resultaban todos aquellos consejos cuando veían que la gente que no comía ni cenaba, es decir, que hacía caso omiso de cualquier refrán, tenían la misma mala salud que los señores y, además, se morían casi al mismo tiempo.

Frase: "No hay refrán que no sea verdadero. Donde hay patrón no manda marinero; pero quien tiene boca, se equivoca". (Vainica Doble, Refranes, Ópalo OPL-1-4; 1971)

Refranero español

Todos sabemos lo útiles que resultan los refranes para el buen orden de la existencia humana. El origen de la mayoría de ellos suele estar relacionado con la actualidad de la época en la que se crearon. De la Edad Media, por ejemplo, son muchos de los que tratan sobre la comida. Al fin y al cabo, la comida era de las pocas cosas divertidas que se podía hacer en aquella época y, por lo tanto, un tema habitual de conversación. Por aquel tiempo la gente comía una barbaridad (los pocos que comían) y de entonces son los refranes empeñados en predicar la moderación en el comer.
Repetían, por ejemplo: “come poco y cena más, duerme en alto y vivirás” que aparte de resaltar lo inconveniente que resulta dormir en el suelo, dejaba bien claro que había que comer poco y cenar mucho; el dócil medieval obraba en consecuencia. Otro refrán advertía: “de grandes cenas están las sepulturas llenas”, y el dócil tragón cenaba muy ligeramente pero comía muchísimo.
Pero sabiendo ellos, como sabemos todos, que los refranes son el fruto de la sabiduría popular, la mayoría pensaban que ambos refranes, el que recomendaba comer en abundancia y el que aconsejaba cenar mucho, tenían seguramente razón. Además, cuando moría de un hartazgo, atormentado por la gota y estrujado por la arteriosclerosis, nadie sabía si realmente había muerto por comer o por cenar.
Lo que no acabo de entender es como a nadie le surgió la duda de lo inconsistente que resultaban todos aquellos consejos cuando veían que la gente que no comía ni cenaba, es decir, que hacía caso omiso de cualquier refrán, tenían la misma mala salud que los señores y, además, se morían casi al mismo tiempo.

Frase: "No hay refrán que no sea verdadero. Donde hay patrón no manda marinero; pero quien tiene boca, se equivoca". (Vainica Doble, Refranes, Ópalo OPL-1-4; 1971)



martes, 4 de noviembre de 2008

Ser caracol

Los caracoles son hermafroditas ya que al estar equipados de un pene y del órgano receptivo correspondiente pueden producir tanto espermatozoides como óvulos. Evidente ventaja que multiplica por dos las posibilidades que tiene cualquier caracol de encontrar a otro caracol con el que enrollarse sin tener que andar mirándole su carné de identidad.
Aunque ahí no queda la cosa, su revolcón (que consta del lanzamiento uno al otro de una saeta espiral de carbonato cálcico, que desaparece en el interior del receptor, donde se disuelve y libera el esperma) viene a durar una media de 4 horas.
Doble de oportunidades para ligar y cuatro horas de placer garantizado. Sin duda bastarían como estupendas razones para admirar a estos bichos. Pues con todo y con eso hay otra razón, mucho más importante, por la que uno profesa una insana envidia a estos bichos (hasta el punto de desear -aunque sólo fuera de lunes a jueves- ser uno de ellos ): resulta que se pasan siete meses al año durmiendo. Y no duermen cualquier mes los muy listillos, no, lo hacen desde octubre hasta finales de abril, precisamente los meses en los que más sueño tenemos, más nos cuesta levantarnos y mas a gusto de está en la cama.
Luego dirán que si son unos babosos, que sin son unos arrastrados y que si son unos cornudos.. ya... pero dame pan y dime tonto.

Frase: “Las croquetas deberían tener hueso, para que pudiésemos llevar la cuenta de la que comemos” (Celestino P. paciente a dieta)