domingo, 6 de enero de 2008

Cuando yo ya no pueda...


El día que esté viejo y ya no sea el mismo...ten paciencia y comprendeme.
Cuando derrame la comida sobre mi camisa, y olvide como atarme los zapatos...recuerda las horas que pasé enseñándote a hacer las mismas cosas.
Si cuando hablas conmigo, repito y repito la misma historia que tú conoces de sobra...no me interrumpas y escúchame.
Cuando eras pequeño para que te durmieras, tuve que contarte miles de veces el mismo cuento, hasta que cerraras tus ojitos.
Cuando me haga mis necesidades encima, no me averguences, no tengo la culpa de ello, no puedo controlarlo, piensa en cuantas veces te ayudé de niño pacientemente.
No me reproches porque no quiera bañarme y me regañes por ello, recuerda cuando te perseguía y los mil pretextos que te tenía que decir y hacer para hacerte más agradable tu aseo, aceptame y perdoname, ya que aquél niño... ahora soy yo.
Cuando me veas inútil e ignarante frente a todas las cosas que tú sabes y que yo no podré entender, te suplico que me dés todo el tiempo que sea necesario y no menospreciarme con una sonrisa burlona o tu indiferencia, siempre participé en la educación que hoy tienes, para enfrentar la vida tan bien como lo haces.
Si me fallan las piernas por estar cansadas, dame una mano tierna para apoyarme, como lo hice yo cuando empezaste a caminar, con tus débiles piernitas.
No te sientas triste o impotente por verme como me ves, dame tu corazón, compréndeme, de la misma manera como te he acompañado en tu sendero, acompáñame a terminar el mío, dame amor y paciencia, que yo te devolveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por tí.
Piensa, que con el paso que me adelanto a dar, estaré construyéndo para tí otra ruta de amor, en otro tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario