lunes, 19 de octubre de 2009

Los ricos también lloran

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Uno, en su candidez, siempre creyó que tener dinero -pero mucho dinero-, equivalía a una vida regalada llena de lujos y comodidades. ¡Ingenuo de mí! Resulta que los ricos no sólo también lloran, sino que, como todo hijo de vecino, también esperan. Valga una pequeña muestra del enorme calvario que tienen que sufrir los pobres ricos cada vez que necesitan apartarse de su rutina cotidiana.
Por ejemplo, para una simple escapada al delta del Okavango, Botswana, campamento de Mombo, en Chie Island (a partir de 3.500 euros la noche), la lista de espera no baja de los dos años. Y una estancia en Afagiri Village (Kenia), al sur de Monbasa, villa africana compuesta por cuatro mansiones con vistas al océano índico, decoradas con estilo africano, piscina privada y campo de golf comunitario (cuyo alquiler está entre los 1.000 y los 5.000 euros por día), tiene una lista de espera entre cinco y siete meses.
Peor lo tienen estos pobres si quieren viajar un poco más lejos. Es lo que ocurre con los vuelos de gravedad cero a la Estación Espacial Internacional (ISS). El próximo, que será el mes de marzo, ya está ocupado (por Charles Simonyi, un millonario húngaro) aunque puede uno apuntarse para el siguiente (en el 2011) siempre que lo haga cuanto antes debido al gran número de solicitudes. En el precio, que es de 28 millones de euros por persona, va incluido un programa de entrenamiento intensivo de seis meses.
Siguiendo con los viajes largos, tampoco es fácil pasar unos días de vacaciones en el Galactic Suite, hotel en construcción orbitando a 450 km de la tierra y cuyos primeros turistas llegarán en el 2012. Proyectado por el arquitecto catalán Xavier Claramunt, tiene una estructura de cuatro módulos que, en forma de racimo de uvas, estarán conectados a través de un núcleo central. Durante las cuatro jornadas de estancia máxima permitida, los turistas verán salir y ponerse el sol 15 veces al día mientras dan una vuelta a la Tierra cada 80 minutos. Se debe reservar cuanto antes ya que, a pesar de que hasta ahora sólo hay 40 personas inscritas, su reducida capacidad (máximo de cuatro turistas y dos tripulantes a la vez) hace que el tiempo de espera para acceder a él sea largo. En los 3.000.000 de euros que cuesta el viaje de ida y vuelta y la estancia de cuatro días, se incluye, como detalle para clientes, el entrenamiento espacial y una semana en el Caribe con la familia.
Algo más cerca -pero igual de complicado- está alojarse en el hotel Burj Al Arab (Dubai, Emiratos Árabes), siete estrellas. Entre 3.000 y 19.000 euros por persona y noche. Hay una lista de espera de más de seis meses.
Tampoco está fácil el mundo del mar. Pasar unas relajadas vacaciones en un velero indonesio; barco de madera con 50 metros de eslora y capacidad para diez personas (entre 40.000 y 50.000 euros la semana), necesita reserva de entre 9 y 11 meses antes. Más asequible podría ser realizar un tranquilo crucero en el Queen Mary, de la compañía naviera Cunard Line (el precio del viaje oscila entre los 2.270 y 3.590 euros por persona) pero la lista de espera ronda los cinco meses.
Y qué decir de asistir a algún espectáculo. Ir al concierto de Año Nuevo en Viena -con entradas entre 100 y 3.650 euros- tiene una lista de espera de más de un año (ya están agotadas todas las localidades para el 2010). Asistir al Festival de Bayreuth, en Babiera, Alemania, del 25 de julio al 28 de agosto, con entradas a partir de los 4.200 euros, tiene una lista de espera de ocho meses.
Tampoco tienen fácil salir a cenar. La lista de espera en un restaurante de moda como el Diverxo, en Madrid (abierto de martes a sábado y con capacidad para 20 personas) es de dos meses... y subiendo. En el Atmósfera, en Milán, Italia, un antiguo tranvía y restaurante en el que 24 persona cenan en marcha con las mejores vistas de la ciudad, la lista de espera está en 75 días.
Más complicado tienen comprarse un coche. Un Morgan aero 8, coche deportivo diseñado en el Reino Unido y fabricado artesanalmente a gusto del comprador, con un precio de 110.361 euros, tiene una lista de espera de un año. El Audi r 8, deportivo, producido en Alemania con carrocería de aluminio y motor central, tapizado en cuero y fabricado íntegramente a mano (precio de 129.220 euros) también tiene lista de espera de un año. O el último Lamborghini, el Gallardo, (su nombre, como todos los de la casa Lamborghini, tiene origen taurino, en este caso de una ganadería del siglo XIII) un deportivo italiano biplaza con carrocería de aluminio, motor situado en la parte central trasera, tracción a las cuatro ruedas y asientos están recubiertos de piel. Su precio, 190.895 euros, no impide que la lista de espera esté entre los ocho y los quince meses.
Son sólo algunos ejemplos que demuestran lo evidente: en todas partes cuecen habas. Y es que, tanto quejarse de las listas de espera y resulta que hasta el más potentado de entre los potentados tienen que pasar por alguna de ellas. Y sí, vale, reconozco que no es lo mismo estar en una lista esperando una chapaypintura de próstata, por ejemplo, que para pasar unos días en un velero indonesio mientras te hacen masajes tántricos, pero el refrán lo deja bastante claro: el que espera desespera. Y a ellos, que no están acostumbrados, les cuesta mucho más. El resto no dejan de ser detalles que no cambian el espíritu de la sentencia.
Frase: "Hay más personas desgraciadas por la falta de lo superfluo que por la falta de lo necesario”. (Joseph Pelet de la Lozère, 1785-1871; político francés)

jueves, 15 de octubre de 2009

Mantis Religiosa

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Ríos de tinta se han gastado hablando del trágico final al que están destinados los pobres mantis religiosos, devorados por sus señoras esposas en el momento de consumar el matrimonio (que digo yo que siendo religiosas tienen que estar casados y bien casados por la iglesia). Algo que, bien mirado, tampoco es para llevarse las manos a la cabeza. Es verdad que al pobre le sale caro echar uno, pero la cosa también se da en la especie humana y con peores resultados, sólo hace falta ver la cantidad de parejas en las que ella se pasa la vida comiéndole la cabeza a él y encima al final ni moja ni nada, eso sí que debe de ser triste.
A lo que íbamos. Decía que mucho se ha dicho de los que mojan, pero poco, muy poco se ha dicho sobre la cruel vida que tienen que llevar los mantis que, intentando huir de tan angustioso final, se resisten a caer en las garras de semejantes víboras procurando permanecer solteros por todos los medios.

Mal lo deben de pasar en su adolescencia, que tiene que darte muy mal rollo estar seguro de que todas las mantis de la pandilla sepan que todavía eres virgen. Pero peor de adulto, que no te quiero contar nada cuando tengas un trabajo y aparezcas -mañana sí y mañana también- para aguantar las murmuraciones de tus compañeras preguntándose sino serás un poco rarito, o lo que es peor, dándose codazos unas a otras mientras comentan lo típico que todas las compañeras de trabajo comentan en estos casos: “pobre, seguro, seguro que su mujer no se la come bien" .
Y esas cosas duelen.

lunes, 12 de octubre de 2009

Los Jíbaros

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Pues no, los señores jíbaros, estos indios de las regiones selváticas de Ecuador, Colombia, Venezuela y Perú famosos por reducir cabezas, no usan para su pasatiempo preferido ninguna suerte de poción secreta. Claro, es verdad que, al igual que cualquier otro producto artesano, la cosa tiene su técnica, pero basta un poco de maña y algo de práctica para que hasta el más torpe sea capaz de reducir con éxito una bonita cabeza.
Hoy, aquí, y en exclusiva, bricomanía fácil, sección especial, capítulo dos. Hoy, la auténtica receta artesana para reducir cabezas, siguiendo el método tradicional. Y explicada paso a paso.
- Uno: coger la cabeza con cuidado. La misión va a ser deshuesarla y quedarse con la piel que la envuelve, por eso se hace imprescindible tratarla con la mayor suavidad y delicadeza posible.
- Dos: coser los párpados y los labios. Evitaremos así que se deformen o se desgarren.
- Tres: con mucho cuidado y muy lentamente, seccionar la piel y separar la calavera.
- Cuatro: cocer la piel en agua mezclada con hierbas aromáticas, cortezas de árbol ricas en taninos y jugo astringente de una liana conocida chinchipi.
Llegados a este punto ellos, los jíbaros, empiezan a acompañar su trabajo con bailes y rezos sagrados. No son imprescindibles, pero resulta un detalle curioso a tener en cuenta ya que crea un ambiente más propicio. Anima mucho, sobre todo si hay otras personas delante.
- Cinco: en el rostro ya curtido introducir una piedra esférica caliente (que nos hará las veces de plancha). El calor irá encogiendo el tejido poco a poco por lo que conviene ir cambiando las piedras por otras cada vez más pequeñas hasta conseguir el tamaño deseado. Es importante que siempre estén calientes.
- Seis: coser, pintar de negro, untar con aceite y peinarle el pelo.
Y ya tenemos nuestra cabeza reducida y lista para colocarla en el mejor lugar de la casa. O incluso como bonito regalo de cara a esta Navidad que ya se nos echa encima.
Posiblemente, el único problema lo vamos a encontrar en el tiempo necesario para aprender medianamente bien la técnica. Sobre todo teniendo en cuenta que, aunque las primeras veces no nos importará practicar con cabezas en mal estado (incluso hasta es conveniente), después se hace imprescindible conseguir cabezas cuanto más frescas mejor, algo que, hoy por hoy, presenta algún que otro problema, y no por su escasez (¡anda y que no hay cabezas!) si no por una total y absoluta falta de colaboración de los propietarios de las mismas, empeñados en seguir con ellas encima de los hombros a pesar de que la mayoría no la van a usar nunca.

martes, 6 de octubre de 2009

Paswoord

A partir de ahora y durante un tiempo os ofreceré las fotos de algunas señales de tráfico existentes en muchas carreteras del mundo, sobretodo he elegído las más curiosas y supongo que alguno de vosotros las habréis visto, lo que si os agradecería es que si alguno la reconoce y sabe donde está me lo hiciera saber, simple curiosidad viajera. De todos modos gracias a todos.





Lo dice gente muy principal a la que pagan por hacer este tipo de estudios: la contraseña que uno le pone al ordenador, y con mayor razón la que le pones a un blog, es uno de los mejores test psicológicos que existen.
Helen Petrie, profesora de "Interacción entre humanos y computadoras" (nada más y nada menos) de la "City University", de Londres lo tiene claro:
"Cuando piensas en algo para utilizarlo como password, inconscientemente acuden a tu mente tus obsesiones, o las cosas que realmente te importan. Además, la clave puede "destapar" nuestros secretos mejor guardados, ya que, para no olvidarla, tendemos a usar elementos que podamos asociar con otros almacenados en nuestra memoria a largo plazo, como los recuerdos de nuestra infancia".

Y si ella lo dice.
En su estudio, Petrie ha establecido cuatro grupos.
1- Los familiares: usan claves como su nombre, el de su pareja, o una fecha relevante, Son personas con fuertes lazos de familia y sus contraseñas simbolizan cosas de gran valor emocional. Son una mayoría: el 48 %

2- Los fans: generalmente usuarios jóvenes que eligen claves como especie de distintivo social: nombres de famosos que sean admirados, personas relacionadas de algún modo con el grupo al que quieren pertenecer, deportistas o personajes de ficción de moda. Más o menos un 38%

3- Los crípticos: usan combinaciones de claves y números, más difíciles de descifrar. Son usuarios concienciados con la seguridad pero poco originales. Un 9%

4- Los sexuales: representan el 11%, "sexy" y "puta" son sus contraseñas favoritas. Tradicionalmente, los usuarios que utilizaban estas contraseñas eran mayoritariamente hombres, pero cada vez son usadas por las mujeres con palabras como "semental" o "diosa".

Ya que estamos, una recomendación práctica: no es muy conveniente (por mucho que te esté apeteciendo uno), usar "pene" como password; más pronto o más tarde siempre hay alguna web que te acaba contestando eso de "demasiado corto para ser válido".

Como la vida misma. A ver quien no ha sido rechazado alguna vez por cuestiones de tamaño -del de la contraseña digo-.