miércoles, 27 de julio de 2011

Estudio sobre una canción infantil



"Al pasar la barca, me dijo el barquero: Las niñas bonitas no pagan dinero".

Pasemos por alto la falta de humildad que supone para la autora el pregonarse como niña bonita, pasémoslo por alto porque lo verdaderamente grave viene después: ¿Cómo es que las niñas bonitas no pagan dinero? De eso ni hablar, aquí todos somos iguales, o todos moros o todos cristianos. El hecho de que no pagaran las mujeres, ya sería de por sí un disparate que debe estar erradicado en estos tiempos de igualdad de derechos, pero el que sólo estén libres de pago las niñas bonitas es algo que clama al cielo. Estamos ante un caso típico de consideración de la mujer como objeto, y de calificar la valía de la misma según su belleza física en vez de por su inteligencia o su dedicación al trabajo.
Por otro lado, el barquero está dañando los intereses de la empresa, caso de que sea un asalariado, o, caso de ser un trabajador autónomo, el de sus colegas, que no pueden permitirse el lujo de invitar a las chicas a un paseo en barca.

Para colmo, la protagonista se siente halagada, cuando lo que debía de haber hecho era haber llamado sinvergüenza al ligón del barquero y, tras la correspondiente denuncia, haber cruzado el rio a nado, que de todos es conocido las grandes ventajas de hacer deporte y más concretamente lo bien que viene la natación para la espalda. Que lo dicen todos los médicos.

viernes, 22 de julio de 2011

Apariencias


Francois Mirones, fiel mayordomo y hombre de confianza de Cocó Chanel, le mostró a la modista dos collares de rubíes exactos. Uno iba envuelto muy elegantemente, pero el otro derrochaba lujo en cada uno de los pliegues de la seda que le rodeaba. Uno era auténtico y el otro falso. Cocó, la gran experta, se equivocó. Aquel juego, aunque sea una simple anécdota, es una buena prueba de que lo que hoy por hoy importa en las cosas, al menos en ciertas cosas, es más la apariencia que el valor. Dos collares de rubíes pueden ser igualmente fastuosos, aunque uno de ellos sea falso. Una persona diplomática, desplegando modales, derrochando una presunta educación y con imagen suficiente, puede, a la vista de los demás, ser mejor sólo por parecer mejor… aunque sea falsa. Querer parecer puede llegar a querer ser, a ser lo que se parece. Es el injusto valor de las apariencias.
Se está poniendo muy difícil distinguir lo verdadero de lo falso. También en las personas.

martes, 19 de julio de 2011

Historia del beso


En todos los tratados de los que estudian estas cosas se habla del labio superior como una de las zonas más excitantes de los conocimientos bíblicos. Y hablo del de la boca, que ya sé que cuando se habla de labios a más de uno le da la risa floja. Pero esta vez la cosa va de algo tan puro y casto como son los besos. Siempre, claro está que tengan los suficientes intercambios de fluidos para considerarse como tales.
El caso es que el nacimiento del beso tiene tantas explicaciones -y tan peregrinas- que a buen seguro ninguna sea cierta. Los hay que certifican que nació en Grecia (en la de antes, con sus filósofos, sus efebos y sus Helenas de Troya), cuando las mujeres intentaban comprobar con un beso a tornillo si sus maridos habían estado en la taberna del ágora Mayor con los amigotes dale que te pego al hidromiel con vino (de Corinto, imagino). Otra teoría señala a la Tierra de Fuego como el punto de partida del beso. Los indios que habitaban dicha región desconocían el uso de los vasos y, para beber, se pasaban el agua unos a otros con la boca. Dicho así la verdad es que suena a juego de yogurines intentando intercambiar fluidos con la tíabuena de la tribu con cualquier disculpa pero, como decían en un anuncio de la tele, yo lo he leído.

Sea como fuere, el ósculo apasionado, puede provocar un cambio tan brusco que, según los mismos de antes (los que estudian estas cosas) puede acortar nuestra vida hasta tres minutos. Pero, siendo serios, ¿qué son tres minutos menos ante tal derroche de placer?
Frase célebre: “Ninguna frontera tienta más al contrabando que la de la edad” (Robert Musil, 1880 - 1942; escritor austriaco)

viernes, 15 de julio de 2011

Los ricos también lloran


Uno, en su candidez, siempre creyó que tener dinero -pero mucho dinero-, equivalía a una vida regalada llena de lujos y comodidades. ¡Ingenuo de mí! Resulta que los ricos no sólo también lloran, sino que, como todo hijo de vecino, también esperan. Valga una pequeña muestra del enorme calvario que tienen que sufrir los pobres ricos cada vez que necesitan apartarse de su rutina cotidiana.
Por ejemplo, para una simple escapada al delta del Okavango, Botswana, campamento de Mombo, en Chie Island (a partir de 3.500 euros la noche), la lista de espera no baja de los dos años. Y una estancia en Afagiri Village (Kenia), al sur de Mombasa, villa africana compuesta por cuatro mansiones con vistas al océano índico, decoradas con estilo africano, piscina privada y campo de golf comunitario (cuyo alquiler está entre los 1.000 y los 5.000 euros por día), tiene una lista de espera entre cinco y siete meses.
Peor lo tienen estos pobres si quieren viajar un poco más lejos. Es lo que ocurre con los vuelos de gravedad cero a la Estación Espacial Internacional (ISS). El próximo, que será el mes de marzo, ya está ocupado (por Charles Simonyi, un millonario húngaro) aunque puede uno apuntarse para el siguiente (en el 2015) siempre que lo haga cuanto antes debido al gran número de solicitudes. En el precio, que es de 28 millones de euros por persona, va incluido un programa de entrenamiento intensivo de seis meses.
Siguiendo con los viajes largos, tampoco es fácil pasar unos días de vacaciones en el Galactic Suite, hotel en construcción orbitando a 450 km de la tierra y cuyos primeros turistas llegarán en el 2012. Proyectado por el arquitecto catalán Xavier Claramunt, tiene una estructura de cuatro módulos que, en forma de racimo de uvas, estarán conectados a través de un núcleo central. Durante las cuatro jornadas de estancia máxima permitida, los turistas verán salir y ponerse el sol 15 veces al día mientras dan una vuelta a la Tierra cada 80 minutos. Se debe reservar cuanto antes ya que, a pesar de que hasta ahora sólo hay 40 personas inscritas, su reducida capacidad (máximo de cuatro turistas y dos tripulantes a la vez) hace que el tiempo de espera para acceder a él sea largo. En los 3.000.000 de euros que cuesta el viaje de ida y vuelta y la estancia de cuatro días, se incluye, como detalle para clientes, el entrenamiento espacial y una semana en el Caribe con la familia.
Algo más cerca -pero igual de complicado- está alojarse en el hotel Burj Al Arab (Dubai, Emiratos Árabes), siete estrellas. Entre 3.000 y 19.000 euros por persona y noche. Hay una lista de espera de más de seis meses.

Tampoco está fácil el mundo del mar. Pasar unas relajadas vacaciones en un velero indonesio; barco de madera con 50 metros de eslora y capacidad para diez personas (entre 40.000 y 50.000 euros la semana), necesita reserva de entre 9 y 11 meses antes. Más asequible podría ser realizar un tranquilo crucero en el Queen Mary, de la compañía naviera Cunard Line (el precio del viaje oscila entre los 2.270 y 3.590 euros por persona) pero la lista de espera ronda los cinco meses.
Y qué decir de asistir a algún espectáculo. Ir al concierto de Año Nuevo en Viena -con entradas entre 100 y 3.650 euros- tiene una lista de espera de más de un año (ya están agotadas todas las localidades para el 2010). Asistir al Festival de Bayreuth, en Babiera, Alemania, del 25 de julio al 28 de agosto, con entradas a partir de los 4.200 euros, tiene una lista de espera de ocho meses.
Tampoco tienen fácil salir a cenar. La lista de espera en un restaurante de moda como el Diverxo, en Madrid (abierto de martes a sábado y con capacidad para 20 personas) es de dos meses... y subiendo. En el Atmósfera, en Milán, Italia, un antiguo tranvía y restaurante en el que 24 persona cenan en marcha con las mejores vistas de la ciudad, la lista de espera está en 75 días.
Más complicado tienen comprarse un coche. Un Morgan aero 8, coche deportivo diseñado en el Reino Unido y fabricado artesanalmente a gusto del comprador, con un precio de 110.361 euros, tiene una lista de espera de un año. El Audi r 8, deportivo, producido en Alemania con carrocería de aluminio y motor central, tapizado en cuero y fabricado íntegramente a mano (precio de 129.220 euros) también tiene lista de espera de un año. O el último Lamborghini, el Gallardo, (su nombre, como todos los de la casa Lamborghini, tiene origen taurino, en este caso de una ganadería del siglo XIII) un deportivo italiano biplaza con carrocería de aluminio, motor situado en la parte central trasera, tracción a las cuatro ruedas y asientos están recubiertos de piel. Su precio, 190.895 euros, no impide que la lista de espera esté entre los ocho y los quince meses.
Son sólo algunos ejemplos que demuestran lo evidente: en todas partes cuecen habas. Y es que, tanto quejarse de las listas de espera y resulta que hasta el más potentado de entre los potentados tienen que pasar por alguna de ellas. Y sí, vale, reconozco que no es lo mismo estar en una lista esperando una chapaypintura de próstata, por ejemplo, que para pasar unos días en un velero indonesio mientras te hacen masajes tántricos, pero el refrán lo deja bastante claro: el que espera desespera. Y a ellos, que no están acostumbrados, les cuesta mucho más. El resto no dejan de ser detalles que no cambian el espíritu de la sentencia.
Frase: "Hay más personas desgraciadas por la falta de lo superfluo que por la falta de lo necesario”. (Joseph Pelet de la Lozère, 1785-1871; político francés)

lunes, 11 de julio de 2011

Regalos


Es muy feo no ser agradecido a los regalos que le hacen a uno; aunque no sea acertado, hay que agradecer la intención. Es lo que me dicen siempre porque parece ser que soy muy malo para recibir regalos, a tal extremo que mi nombre suele ir unido a la frase "¡si es que no hay forma de regalarle nada!". Y yo lo siento, porque es una postura antipática.
Sirva en mi descargo que se llega a una edad en que tienes todo lo que necesitas –y además necesitas menos que a otras edades- y por eso mismo es más difícil acertar con los regalos. A pesar de todo aclaro que la intención la agradezco siempre, el problema lo tengo porque acabo rodeado de objetos inútiles.

miércoles, 6 de julio de 2011

Lapsus diario


Hay ratos en los que, sin saber el porqué, te aíslas mirando un paisaje que estás harto de ver todos los días para descubrir infinidad de matices nuevos, distintos tonos verdes, marrones y amarillos que, aún siendo los mismos, se entremezclan de una manera completamente distinta. Entonces piensas que, dentro de lo que cabe, eres moderadamente feliz; que todo está bien, la familia, los amigos, hasta tienes un puñetero trabajo por el que quejarte. Más o menos, mejor o peor, pero visto en conjunto todo resulta estar relativamente bien. Es un instante, sólo un instante que apenas dura lo que tardas en repasar el día que te espera. Es verdad que rápidamente vuelves a la realidad y el mundo se te cae encima, pero esos trocitos de paraíso no te los quita nadie.

sábado, 2 de julio de 2011

Breve apunte sobre la Fauna Turística de Importación


Breve (pero muy práctica) guía para poder identificar -básicamente- la procedencia de las distintas señoras y/o señoritas que, con la excusa del turismo, vamos a poder encontrar durante los próximos días de verano en cualquier calle/pueblo/playa/terraza/bar/piscina, etc., de España.

- Peggy. De los EE.UU. de América, sonrosada y con problemas de flato. A veces es mona, pero lo de siempre, es yanki. No usa cruzadomágico y come lo que le echen. Todo le parece maravilloso y le entusiasma que la engañen en todos los sentidos y direcciones. Anida en residencias y pensiones. Cuando está sola ruge.

- Ulla. Danesa (o escandinava en general), lozana, fogosa y admirablemente liberada. Se lava poco, por eso mismo se rasca continuamente. Baila mal y admira a los bocazas que gritan a cualquier hora. No cree en la inmortalidad del alma pero le encantan los chanquetes. Siempre compra castañuelas para regalar a su vuelta.

- Zasya. Oriental, enjuta y con los ojos de un color innecesario (mismamente como la bilis). Inexplicablemente no tiene sobacos y se ducha con sangría. No habla nunca. Mística, piensa en Zen. Da la impresión de que está de paso. Adora a los ingenieros y resulta que no se droga. Suele tener intentos de suicidio los jueves alternos.

- Ivania (aunque en realidad se llama Marisleisis, pero nunca dirá su verdadero nombre). Sudamericana, con cuerpo demagógico y esa seguridad en sí misma propia de las personas sudamericanas que nunca dicen lo que quieren decir. Pechos como maracas, le vuelve loca el dinero que saca de cualquier hombre talludito que se cruce en su camino (tema en la que es una verdadera especialista). Problemática, es decir, pesadísima. Sólo piensa en casarse (siempre en régimen de gananciales), a pesar de decir que no es partidaria del matrimonio. Le pega al tarro por lo que su hablar es cadencioso, amable y muy, muy cariñoso, aunque sólo hasta que se celebre la boda.

- Babette. Mafiosamente francesa, groseramente suiza o insensiblemente belga. Se tiñe y es tacaña aunque no sabe pronunciar la eñe. Para ella, España es insoportable, pero viene cada año. Trae perro y cutis más bien desagradable aunque tiene una gran ventaja: duerme de espaldas.
La globalización todavía no es perfecta.

Frase: "No hables mal del puente hasta haber cruzado el río” (proverbio bretón).