lunes, 18 de enero de 2010

Escribir en un Blog


- ¿JEFATURA SUPERIOR?,PUES COMO SERÁ LA INFERIOR...-


Cuando alguien te pregunta que es eso de los "blogs" y, sobre todo, si la cuestión se acompaña del casi inevitable, "y eso para que sirve", la cara de bobo se te pone en automático, y responder, lo que se dice responder.. como que no mucho.
Imaginemos que esto de escribir una "bitácora" se hubiera inventado hace muchos años; imaginemos que a la hora de escribirlas, sus autores usaran y abusaran de las mismas manías y comportamientos extravagantes que los han hecho famosos, imaginemos escribiendo blogs a:
... aquellos que tenían especial cuidado por cuidar su atuendo a la hora de escribir, como el conde de Buffon, que sólo podía escribir vestido de etiqueta, con puños y chorreras de encaje y espada al cinto; Alejandro Dumas padre que, cuando escribía, vestía una especie de sotana roja, de amplias mangas, calzando sandalias; Pierre Loti, que vestía trajes orientales, escribiendo en un despacho decorado a la turca, o al poeta inglés John Milton, que escribía envuelto en una vieja capa de lana.
... aquellos que eran incapaces de estarse quietos: como, Chateaubriand, que dictaba a su secretario paseándose con los pies descalzos por su habitación; Victor Hugo, que meditaba sus frases o sus versos en voz alta paseando por la habitación hasta que los veía completos, pasando entonces a escribir con toda rapidez, o a Jean-Jacques Rousseau, que prefería trabajar en pleno campo y, a ser posible, al sol y, si el ruido también le molestaba, se taponaba los oídos con bolitas de guata.
... aquellos a los que les preocupaba más el "dónde" que el "cómo" o eran especialmente maniáticos; por ejemplo, Montaigne, que escribía encerrado en una torre abandonada; el poeta alemán Schiller, que sólo podía escribir si tenía los pies metidos en un barreño con agua helada; Lord Byron, que excitaba su inspiración mediante el aroma de las trufas, de las que procuraba llevar siempre algunas en sus bolsillos; o Gustave Flaubert, que era incapaz de escribir ni una sola línea sin antes haberse fumado una pipa.
O aquellos raros, raros, raros, como, otra vez, Victor Hugo, que no demasiado confiado en su propia voluntad, tenía por costumbre entregar sus ropas a su criado, con la orden de que no se las devolviese hasta que transcurriese un plazo predeterminado, aunque él se las pidiese encarecidamente. De esta forma, se obligaba a escribir sin posibilidad alguna de evadirse.
O a Honoré de Balzac que se solía acostar a las seis de la tarde, siendo despertado por una criada justo a medianoche; inmediatamente se vestía con ropas de monje (una túnica blanca de cachemira) y se ponía a escribir ininterrumpidamente de doce a dieciocho horas seguidas, siempre a mano su cafetera de porcelana. Durante todo ese tiempo no paraba de consumir taza tras taza, lo que, en su opinión, no sólo le mantenía despierto y despejado, sino que le inspiraba a escribir.
Para que luego digan que los que ahora escribimos cada día en estos blogs, bitácoras, weblogs o como se llamen, sin más explicación que "porque nos da la gana" somos unos bichos raros.

¿Por qué hay gente que despierta a otros para preguntar si estaban durmiendo?

viernes, 15 de enero de 2010

El teléfono móvil


-"AYUDANDO A LOS DISCAPACITADOS"-


Hace poco una mujer tuvo que ser hospitalizada después de que su marido le golpeara en la cabeza con su móvil harto de soportar, durante horas, la insistencia de la víctima para que le dejara leer los mensajes. La mujer confesó que actuaba por celos al pensar que su marido tenía una amante.
En Nueva Delhi, tan aficionados a las hogueras en las que quemar cosas (y alguna viuda que otra) hay unos activistas, los de la National Human Rights Council (en adelante NHRC) que cada quince o veinte días hacen piras de teléfonos móviles. Dicen estos señores que este tipo de teléfonos son la principal causa del incremento de la tasa de divorcios, ya que a través de ellos las parejas están descubriendo un gran número de infidelidades.
Quizá por eso -y según todas las encuestas-, el invento más odiado, aunque paradójicamente uno de los más utilizados, es el teléfono móvil. Más del 30% de los adultos a los que se preguntó por el invento que más detestaba respondió que el móvil, seguido del reloj despertador (25%), la televisión (23%) y las cuchillas de afeitar (14%).
Y digo yo que, sabiendo lo mal que resulta mezclar cuernos con móvil, cómo puede haber gente que todavía se arriesga y lo hace... por cómodo que les pueda resultar.
Por tu seguridad deja la tecnología a un lado y pon los cuernos artesanalmente, es menos práctico, sí, desde luego, pero mucho más seguro. ¡Dónde va a parar!
Frase: "Jamás hay que discutir con un superior, pues se corre el riesgo de tener razón". (Marco Aurelio Almazán, 1922-1991; escritor y diplomático mejicano)

martes, 5 de enero de 2010

La verdadera amistad


-CONDUCTOR DE BARRIO SÉSAMO-


En uno de los libros de texto que tuve cuando estudiaba en el colegio (pleistoceno arriba, pleistoceno abajo) había una frase, de no recuerdo quién, que decía más o menos que un amigo era aquel que estaba a tu lado cuando preferiría estar en otra parte.
La frase por sí misma tampoco era nada del otro jueves; una más de las muchas que cerraba cada capítulo, y que, como sabíamos que no iban a entrar en el examen, nunca le hacíamos caso.
Sin embargo, la historia elegida por el autor del libro de texto para intentar explicar semejante pensamiento, hizo que me quedara con ella para siempre. No podía ser más acertada.
Había en el siglo V a. de C. un atleta llamado Asiarques al que no se le ocurrió otra cosa que participar en una revuelta contra el mandamás de la época, Dionisio el Viejo.
Fue detenido por conspirar y condenado a muerte, una condena que se tenía que cumplir justo cuando el atleta era convocado a los Juegos Olímpicos.
El reo imploró que la sentencia se aplazara hasta volver de Olimpia y puso como garantía de su vuelta, y para que fuese ejecutado en caso de que él no volviera, a su amigo Pitias.
Y Pitias aceptó.
Cuando el atleta regresó, Pitias fue inmediatamente liberado mientras Asiarques era ejecutado y enterrado... pero enterrado con todos los honores debido a aquella extraordinaria prueba de amistad que conmovió no sólo al mismo Dionisio, sino a todo el pueblo de Siracusa que discutía quién de los dos había dado una mayor muestra de amistad: Pitias, capaz de arriesgar su vida sólo por amistad y a cambio de nada, o Asiarques, al volver sólo para impedir la muerte de su amigo... aún sabiendo que perdería la propia.

Frase: "Los amigos, como a los dientes, los vamos perdiendo con los años, no siempre sin dolor". (Ramón y Cajal 1852-1934, médico español)