La industria del cine,
empeñada en crear su propia realidad para ganar en espectacularidad, siempre ha
recreado una imagen hercúlea de los gladiadores en las películas de romanos.
Desde “Ben-Hur” a “Gladiator”, nos han forjado un retrato de un tipo de gladiador
fibrado, atlético, forzudo y musculoso. Sin embargo, un estudio revela una
realidad bien distinta: los gladiadores eran vegetarianos y, como consecuencia,
gordos.
Un grupo de antropólogos
austriacos han analizado los esqueletos de dos tipos de gladiadores: los
Mirmilos y los Retiarios. Los restos óseos de cerca de 70 hombres, hallados en
Efeso (actual Turquía) demuestran que su base alimenticia se componía de
cebada, judías y fruta fresca.
Sostiene el Dr. Karl
Grossschmidt, “Esta dieta es espartana, pero confería a los gladiadores una
gran cantidad de energía, lo que a la vez generaba un importante sobrepeso”. En
resumen, se trataba de una alimentación rica en hidratos de carbono, con
suplementos de calcio y escasa proteína animal.
En notas halladas sobre la
vida de estos artistas de la lucha, se refieren a ellos con el término
Hordearii, algo así como “hombres de la cebada”. El ingente consumo de esta
gran cantidad de hidratos de carbono (procedentes de la cebada, legumbres,
hortalizas, etc.) responde a una táctica de supervivencia en la arena, ya que
la grasa les creaba una capa que actuaba como escudo para los nervios y los
vasos sanguíneos, con lo que los gladiadores generaban una protección natural.
También ayudaba al espectáculo, pues las heridas en este grasiento “colchón”
daban un aspecto más sanguinolento.
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