sábado, 19 de julio de 2008

Carta de un viejo perro a su amo

Aquí estoy, tirado en un rincón sobre el charco de orín que yo mismo he provocado y que tú estás cansado de limpiar, las moscas sobrevuelan mi comida desde ayer que la pusiste en el plato. Es que ya no tengo hambre, ni ganas de levantarme, estoy todo el día echado y casi sin moverme, me siento cansado, aunque no hago nada igual estoy cansado, no sé..., pero pienso que me pesan los huesos, estoy tan flaco que tan sólo el pellejo me sostiene, pero sobretodo, estoy triste, pero no tanto por mí, que me veo así como un trapo viejo, no, más que nada es por ti, sabes, que ya no me prestas atención, y que veo que cada vez te molesto más, yo sé, que es incomoda mi presencia ahora en la casa, ya ni las pulgas me quieren, pero ¿qué puedo hacer?, son muchos los años que estamos juntos, y sabes que desde siempre te serví como a mi dueño, más que eso todavía, fui tu amigo, a ti te veo mal, te noto taciturno, la indecisión ronda tu cabeza, y yo sé de que se trata, un amigo te lo dijo el otro día, “así no puedes seguir, hazme caso, sacrifícalo es la única solución, o te gusta verlo sufrir...”, yo sé que ese amigo tuyo no tuvo mala intención, pero, por favor, no le hagas caso, no, no quiero que me maten, viejo y flaco como estoy, a mí me gusta la vida, piensa en otra cosa, busca otra alternativa, yo quiero seguir luchando, no te entregues todavía, y si ya no hubiera más remedio, si por más que quisieras no encontraras algo que me alivie la vida, entonces..., déjame morir en paz, cuando llegue mi día.

1 comentario:

  1. Precioso.
    Ahora me van a dar un perrillo que ha nacido hace unos días y pienso que algún día pasará una escena parecida.

    Turriano

    ResponderEliminar