viernes, 8 de febrero de 2008

Carácter y arrepentimiento



¿Cuantas veces nos hemos arrepentido de haber dicho algo malo o de hacer sentir incomodo a algún familiar o amigo?.
Muchas veces sin querer ofendemos a las personas que más queremos, no porque queramos, sino porque simplemente no podemos manejar nuestros estados de ánimo, y de esta manera, sin querer, en algunas ocasiones a pesar de las disculpas, el daño es irreparable...
Muchas veces le he contado esta fábula a más de un amigo, pero nunca la había escrito en mi blog, bien hoy lo comparto con todos vosotros y espero que os sirva.
Había una vez un niño que tenía muy mal carácter. Un día su padre, le dio una bolsa con clavos y le dijo, cada vez que pierdas los nervios, debes clavar un clavo en la puerta de la casa.
El primer día, el niño clavó 37 clavos..., al día siguiente 35, al siguiente 28... Pero poco a poco, fue tomando conciencia y calmándose, pues descubrió que era muchísimo más fácil controlar su carácter, que clavar los clavos en la puerta.
Finalmente, llegó el día en el que no perdió los nervios para nada..., y se lo dijo a su padre. Entonces el padre le sugirió, que por cada día que controlara su carácter, debería sacar un clavo de la puerta.
Los días pasaron y el niño pudo finalmente decirle a su padre que ya había sacado todos los clavos... Entonces el padre llevó de la mano a su hijo frente a la puerta..., y le dijo. “Mira hijo, has hecho bien, pero fíjate en todos los agujeros que quedaron...La puerta nunca volverá a ser la misma de antes...”. Cuando dices o haces cosas que duelen, dejas una cicatriz como estos agujeros en la puerta...Es como clavarle un cuchillo a alguien; aunque lo vuelvas a sacar, la herida quedó hecha...No importa cuantas veces pidas disculpas, la herida está ahí... Y la persona nunca volverá a ser la misma...”

Frase : “ Lo que mancha al hombre, no es lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella”.- Mateo, Cap. 7 vers. 14/15.

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