Perros anti-tanque, perro
bomba o perros mina. Así era conocida el abominable arma que utilizó el
ejército soviético durante la Segunda Guerra Mundial para frenar los ataques de
los tanques y vehículos blindados alemanes.
Para su adiestramiento, a los animales se les
hacía pasar hambre durante días, y posteriormente se les alimentaba debajo de
los tanques.
De este modo, los perros
asociaban que debían buscar su comida bajo estos vehículos.
Así, durante la batalla, los
rusos adosaban a los lomos de los canes los explosivos y estos acudían a los
tanques alemanes, donde se activaba la detonación.
La propaganda soviética
sostuvo que con esta práctica lograron destruir 300 tanques enemigos. Sin
embargo, el éxito de este método resultó, cuanto menos, dudoso. En no pocas
ocasiones, los perros se volvían hacia los propios vehículos rusos; otras
veces, estas armas involuntarias de cuatro patas se asustaban por el miedo que
les producían los vehículos y escapaban.
Para defenderse, el bando
nazi instaló lanzallamas en los tanques, lo que normalmente desviaban a los perros de su camino; aunque
algunos no se amedrentaban y seguía su camino mortal.
El entrenamiento de los
perros anti-tanque continuó hasta, al menos, el año 1996.
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