Urgencia viene de urgir, como turgencia viene de turgir, y
significa un ansia incomprensible por acumular el mayor número posible de actos
inútiles entre la edad de la razón y la hora de la muerte. Al que le urge hacer
algo es generalmente porque quiere sentir otras urgencias inmediatamente
después de satisfecha la vigente; como aquellos a los que, llegada la hora de
salir del trabajo, les urge ir a casa para terminar la riña que dejaron
inacabada con su señora al acabar el desayuno, para después ponerse a cenar
urgentemente y meterse urgentemente en la cama. Por ejemplo.
Pero la urgencia es relativa: una catedral medieval urgente se
terminaba en un siglo y una cita urgente en tiempos clásicos se concertaba para
la hora sexta, pongo por caso, es decir, como si ahora dijésemos: "Te veo
urgentemente entre seis y ocho". Por eso, al contrario de lo que nos
quieren hacer creer, hay pocas cosas que deban considerarse urgentes, y casi
ninguna tiene que ver con un trabajo. Es más, las únicas urgencias comprensibles
y justificables son las naturales.
Práctica la señora.
Frase: "No te preocupes
demasiado por lo que digan. Nacimos para ser felices, no para ser perfectos”
(Gregoria G. 84 años, jubilada)
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