Los filósofos de nuestra
historia mantienen que la lucha centenaria contra el moro aglutinó el
germen de España y fraguó la unificación de sus cinco reinos. Mentira, ninguna
guerra, ningún jefe con coraza, ni siquiera la selección futbolera de
las hazañas internacionales y mundiales han logrado unir a un territorio tan
dividido como este en el que los duques siempre han ido por un lado y los
braceros por otro. Es como una manía.
En cambio, llega el 22 de
diciembre y un milagro unifica a los aristócratas con los arrieros, a los quinceemes
con los consejerosdelegados, al probo menestral con el catedrático de
ciencias exactas, al tiraflechas colombiano con la señoradolores
de Calatayud.. a todos. La unidad de los hombres y tierras de España se hace
evidente ante la lotería de navidad, porque pocas cosas hay más unánimes e
igualitarias que admitir civilizadamente lo repartido que está el premio y que
le ha tocado a gente muy necesitada. Y como el gordo suele ser
democrático y cae siempre en una pollería, luego salen los parroquianos en los telediarios
descorchando una botella de sidra con los ojos espantados recibiendo la
felicitación de banqueros, notarios, jubilados y los basureros que en ese
momento pasaban por allí.
El gordo de navidad
es uno de los valores de nuestra historia sin el cual carece de explicación
razonable la unidad de destino en lo universal. Ni docedeoctubre
ni leches, creo que el 22 de diciembre tendría que declarase fiesta
nacional de precepto para celebrar como se merece el día del santo gordo.
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