miércoles, 4 de mayo de 2011

Fluir...


Podría escribir de Ilusiones ahora, y de percepciones hermosas que atesora mi pupila. Pero hay momentos en que la intensidad de una imagen deslumbra por dentro, y todo rastro de emisión resulta imposible de realizar por unas manos estáticas, contemplativas…Aguardan simplemente su propio momento. El instante futuro de un pasado muerto.
Del pretérito que ha de brillar en otras superficies, percibiéndose de una hoja de arrugado papel. O en la esculpida piedra…o en la sonrisa otorgada al unísono al contemplar ese hueco dejado en el cielo por el vuelo bajo de un par de palomas que remueven el viento.
Y que más da las palabras o las expresiones…si esto, como tantas otras páginas de un libro interno, quedará ahí dentro…
Ahora… añoro un poco de lluvia (está ahogada entre el gris de las nubes).
Esas tardes mojadas en un estado de humedad perpetuo. Mientras pasan las horas ante un humeante té, de un devenir de palabras…mientras de la ropa se evapora la lluvia para buscar cobijo en algún lugar del alma.
Repiqueteo de palabras contra el cristal, fluir del agua…
Y en el momento de la partida, no arrecian las lluvias, sino que el cielo llora con fuerza mientras se alejan los pasos, el alma y el cuerpo conjugan mojados y en armonía…
Las calles solitarias, albergan el frio que envuelve y atenaza la carne.
Pero dentro, en confortable y empapado calor, vibran las notas de paz que destila la piedra.
Y ahora, mi mano se para…porque está a la espera. Disfruta y anhela, sin compartir los nuevos hallazgos, los instantes que se cobra mi alma, mientras dura la niebla encarcelando los días…
Robando esencias del tiempo. Sin ser ubicado en presente alguno, ni futuro, y sin pasado…
Viviendo sin más al perder la conciencia de una bruma vaga. Atravieso los últimos rastros de humo, que distorsionan las claras manos del día, el manto de la mágica noche. Y simplemente, evado un segundo de ser para volverlo dorado.
La oscura marea ha subido hace horas, y he sumergido mi mano.
Las letras pesan y decoloran un instante que había de ser fugaz.
Hay un ojo en el cielo.
Me recuesto en la silla y miro el tapiz negro del firmamento… se deshace en estrellas…
Si pudiera velar mis sueños…
Si el sueño naciera para ser revelado…
Y cerrando los ojos, consigo crear una secuencia de palabras con formas, y figuras calladas…

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