miércoles, 25 de marzo de 2009

Diferencias entre X e Y.

Los humanos tenemos 23 pares de cromosomas y los miembros de cada uno de ellos, como los calcetines, son iguales entre sí. Sin embargo, los dos que acaban definiendo si una persona será hombre o mujer son, precisamente, la excepción a la regla: el cromosoma X y el cromosoma Y -a pesar de ser pareja-, no se parecen absolutamente en nada.
Un descubrimiento -el de la diferencia cromosómica entre el macho y la hembra- y por lo tanto el de que hombres y mujeres son completamente distintos, relativamente moderno aunque, y en honor a la verdad, casi todos los grandes pensadores desde la más remota antigüedad, ya habían albergado fundadas sospechas acerca de tan peliagudo asunto.
Así en 1943 y en su obra "Pequeñuelos", la inspectora de Enseñanza Primaria, Josefina Álvarez, advertía, y de una forma bastante gráfica, las evidentes diferencias que desde la misma niñez, podían apreciarse entre uno y otro sexo en cuento a sus juegos.
También en 1962 y en "Primicias del Párvulo", Juan Ortega Ucedo, explicaba claramente las diferentes tareas que las personas deben realizar. Unas tareas que, evidentemente, son completamente distintas según el sexo de cada uno.
Y hasta en una obra cumbre de la literatura contemporánea, la "Enciclopedia Elemental de la Sección Femenina" se establecía un riguroso horario destinado para ser cumplido sólo por las mujeres, y que nada tenía que ver -¡por supuesto!- con el que deberían cumplir los varones.
Y todo ellos sin olvidar unos mínimos cuidados que, al contrario de los hombres, necesitará cualquier mujer que quiera producir una buena impresión entre los suyos.

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