domingo, 10 de abril de 2011

Una pareja inseparable


Se conocieron en un autobús. Se miraron intensamente durante diez paradas. No se hablaron, pero se entendieron muy bien desde el primer momento. En la calle, se tomaron de la mano y caminaron despacio sin decirse nada. La gente les miraba perezosamente y una panda de preadolescentes siguió a la pareja sin hacerles mucho caso. Ellos siguieron adelante sin inmutarse, sin romper el silencio, sin volver la espalda a un destino que tan oportunamente les ponía frente a frente. De pronto, Fernando lanzó un grito de júbilo y dijo:
- “! Ahí está !”
Alberto apretó su mano en un gesto de comprensión infinita y se fue con su nuevo amigo hasta la zapatería. El vendedor quedó anonadado al verles entrar. Altos, fuertes, silenciosos, cogiditos de la mano y… cojos. El uno de la pierna derecha. El otro, de la pierna izquierda. Fernando, en un tono repleto de satisfacción, se dirigió al zapatero y dijo: “Un par de zapatos, del cuarenta y dos”. “¿Un par… sólo?”. “Sí, tenemos el mismo número y distintos pies”. Alberto sonrió feliz.
¿Seremos amigos siempre?
Hasta que la muerte nos separe.
A veces, basta un segundo para unir dos ilusiones.

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