sábado, 7 de junio de 2008

Apología anti-política


Este blog, instalado cómodamente en una burbuja de intranscendencia absoluta, suele ser poco dado a hablar de política y de los políticos. Ni me interesa, ni me los creo.

Pero hay veces que por más filtros que pongas no puedes escapar de ellos (una misión imposible tras época de elecciones). Es en esos momentos cuando te das cuenta de que es verdad, que son una raza aparte, que viven en otra galaxia. No sólo no saben lo que cuesta un café o lo que va a subir la hipoteca el mes que viene, sino que sus preocupaciones cotidianas son dignas de una republica bananera en fase de asentamiento, empeñados como están, en dedicar la mayor parte de su tiempo a crear problemas que nos traen sin cuidado a la mayoría de nosotros.

Yo suponía que cualquier país, nación, estado (o como cada uno -quiera/le de la real gana- llamarlo) avanzado y moderno debe poner todos sus esfuerzos en construir su futuro. La culpa es mía por suponer semejante barbaridad. Parece que es bastante más importante centrarse en la estupidez de ponerle una letra a un himno que procurar una mejora salarial para esos que no llegan a mileuristas, o gastar las energías en el "orgullo" (entre comillas) nacional/nacionalista que puede desprender un trapito de colores, antes que preocuparse en liberar suelo para ver si así se produce el milagro y baja un poco el precio de los pisos.

Luego dirán que la gente (eso que ahora les ha dado por llamar ciudadanía) pasamos de esta caravana circense. Lo raro es que todavía haya tantos capaces de entretenerse con ella.

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